Cara a cara con el hombre que me hubiera matado para preparar una "poción de albino"
Stephane Ebongue huyó de Camerún debido al color de su piel. Su albinismo lo convirtió en el blanco de quienes creen que estas personas tienen poderes especiales.
Años más tarde regresó a su hogar para enfrentar a un curandero y para cuestionarlo sobre la práctica de usar partes del cuerpo humano en pociones "mágicas".
Esta es su historia.
Ebongue espera, nervioso, en la entrada de un camino en un bosque. Viste traje y lleva un portafolios.
Sus lentes oscuros son necesarios porque tiene albinismo, y también esconden su nerviosismo.
"Mi corazón late rápidamente. Nunca he venido a un lugar como éste antes", dice.
Este es el día en que espera encontrar las respuestas que ha estado buscando desde hace años.
El camino conduce a un curandero que intercambia pociones de albino.
"Me gustaría descubrir por qué siguen matando a los albinos. Quizás el secreto está al final de esta vereda", dice.
Se cree que partes del cuerpo de un albino, como su corazón, cabello o uñas, son importantes para producir pociones mágicas"
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Stephane Ebongue es periodista. Es un hombre racional que trata con hechos. No cree en la magia y sin embargo se siente profundamente alterado con esta reunión.
En toda África existe la creencia de que las personas con albinismo traen buena suerte o tienen poderes mágicos.
Esto ha tenido consecuencias devastadoras para quienes sufren el trastorno.
Muerte y mutilación
"Se cree que partes del cuerpo de un albino, como su corazón, cabello o uñas, son importantes para producir pociones mágicas. Por ejemplo para fertilizar la tierra, para volverse invencible, para ganar elecciones políticas o un partido de fútbol", dice Stephane.
"Por esta razón se mata a los albinos o se les mutila para obtener las partes de su cuerpo".
Ebongue tenía 15 años cuando su hermano mayor, Maurice, que también tenía albinismo, desapareció hace 30 años.
Días después su familia encontró el cuerpo del joven de 18 años. Había sido mutilado.
Los padres de Stephane trataron de dar a sus dos hijos albinos una niñez normal. Los trataban de la misma forma que a sus otros hijos. Así que sólo hasta que fue a la escuela por primera vez se dio cuenta de que era diferente.
Sus compañeros le preguntaban: "¿Por qué tú eres blanco y nosotros somos negros?".
A pesar de que se vio involucrado en enfrentamientos sus padres los estimularon a que estudiaran más.
El problema es que los albinos tienen muy mala visión y les es difícil leer letras pequeñas o ver la pizarra en el salón de clases.
"Durante los exámenes muchas veces tuve que entregar el papel vacío", cuenta.
"No porque no sabía las cosas, sino porque la letra estaba impresa tan pequeña que yo no podía leerla. Tenía que entregar el papel vacío y me iba llorando".
Se prometió a sí mismo que crearía una biblioteca donde la gente visualmente discapacitada como él pudiera leer con facilidad.
Stephane estudió periodismo y literatura inglesa en la universidad, donde era el único estudiante, entre 10.000, con albinismo.
Para el 2007, a los 37 años, ya estaba casado y trabajando como periodista en Buea, cerca del Monte Camerún, uno de los volcanes más activos de África.
Calmar al volcán
Fue este volcán el que causó una enorme crisis en la vida de Stephane Ebongue.
"Existe la creencia de que cuando hay una erupción es porque Epasamoto, el dios de la montaña, está enojado", dice Ebongue.
"Para calmarlo necesitan la sangre de un albino".
En 2007 surgieron temores de una nueva erupción y la gente comenzó a hacer "todo lo posible" para detenerla.
Son en estos momentos, que Ebongue llama "una psicosis general", cuando los albinos deciden esconderse.
Stephane decidió irse a otro país. Pensó que su esposa y tres hijos, ninguno de los cuales tiene el trastorno, podrían salir después.
Encontró a un capitán dispuesto a sacarlo ilegalmente en un barco que transportaba madera a Italia. Pasó 33 días escondido en la oscura bodega.
Poco después de llegar a Génova, Ebongue recibió estatus de refugiado por razones humanitarias.
En Italia la vida fue una liberación. Por primera vez el color de su piel era una ventaja. Otros cameruneses eran regularmente detenidos por la policía, pero él no.
Aprendió italiano y se estableció en Turín, donde enseñaba el idioma a los recién llegados. Allí conoció al periodista Fabio Lepore.
Se hicieron amigos. Lepore, igual que él, tiene una discapacidad visual causada por degeneración macular, que significa que su visión es de 2/20 en ambos ojos.
Ambos comenzaron a trabajar en un documental sobre Stephane Ebongue, llamado "Los viajes de Jolibeau".
Jolibeu es el apodo con el que lo conocen en Camerún.
El origen de la creencia
Y este documental es la razón por la cual, cinco años después, Ebongue está parado en uncamino en Camerún, a punto de reunirse con un curandero y tratando de mantener sus emociones bajo control.
"Estaba allí como periodista", dice. "Quería reunirme con alguien que me explicara las raíces profundas de esas creencias. Y pensé que un curandero nativo podía hacerlo".
Al mismo tiempo sabe que mucha gente con albinismo, incluido su propio hermano, han muerto en manos de personas como este hombre que está a punto de conocer.
Después de una caminata de 20 minutos a través del bosque, las imágenes del documental muestran a Ebongue y Lepore llegando a un claro donde está colgada ropa lavada cerca de una choza rudimentaria de madera.
El curandero sale a recibirlos. Viste una camisa anaranjada y pantalones cortos. Les estrecha la mano a todos y mira a Ebongue de forma extraña.
"Lo mira como un león miraría a una gacela", dice Lepore.
Los hombres siguen al curandero hacia la choza donde recibe a sus clientes. Pasan junto a los restos de un ritual que realizó la noche anterior, una especie de sacrificio con animales.
Ebongue le entrega un whisky que lleva de regalo y la tarifa acordada de US$8,70. A cambio, el curandero le da unas ramas pequeñas.
Le plantea su primera pregunta. "¿Cómo están considerados los albinos dentro de las tradiciones de este país?".
Pero el curandero no está escuchando. Está mirando el "tesoro" sentado frente a él.
"No tienes idea de tu valor. De cuánto vales", le dice a Ebongue.
"Los albinos tienen una enorme demanda. Los albinos como tú. Desde tu cabello hasta tus huesos".
Tratando de controlar sus emociones, Ebongue sigue haciendo preguntas.
El curandero le dice que recibe a hasta cuatro clientes a la semana y que todo tipo de gente pide "pociones de albino", desde granjeros que esperan una buena cosecha hasta mujeres que quieren seducir a un hombre blanco.
"¿Estás consciente del hecho de que el número de albinos se está reduciendo y que no es bueno matar a un ser humano para hacer sacrificios?", pregunta Ebongue.
"La gente busca dinero. Matan a los albinos no por el placer de matarlos sino para hacer dinero. Es por eso que los matan", dice el curandero.
"¿No te da miedo de que un día la policía te encuentre porque trabajas con los huesos de seres humanos?", pregunta Ebongue.
"¿Qué quiere la policía? Dinero. Si vienen todos estaremos de acuerdo".
Tras una hora de interrogatorio y después de compartir un vino de palma, los visitantes se retiran.
"¿Por qué no reaccioné?"
Ahora, cuando mira las imágenes, vuelve a indignarse.
"Cada vez que veo la entrevista me impacta y me pregunto porqué no reaccioné", dice.
En lugar de obtener una respuesta real a la pregunta de porqué la gente como él es perseguida en Camerún, lo único que encontró es a un hombre quiere hacer dinero.
Ebongue ahora quiere dejar de hablar de supersticiones y comenzar a abordar el verdadero problema del albinismo: salud y educación.
El mayor asesino de albinos es el sol: la ONU informa que en África la mayoría de los albinos mueren de cáncer de piel entre los 30 y 40 años.
El problema se vuelve más complejo por el hecho de que muchos trabajan en el exterior en empleos mal pagados, debido a que abandonaron la escuela porque no pueden ver bien.
Gracias a la generosa donación de un médico italiano de US$12.400, Ebongue finalmente pudo establecer la biblioteca que soñó siendo niño.
Unas 70 personas, casi todas albinas, se han inscrito en esa biblioteca situada la ciudad más grande de Camerún, Douala.
El objetivo de Stephane es que la gente con albinismo pueda tener éxito en su vida, mostrar que son seres humanos como todos los demás.
Viaja regularmente a Camerún para vigilar su proyecto y visitar a su familia, a quienes nunca se les permitió establecerse con él en Italia. Después de seis años su matrimonio finalizó. Pero Ebongue no siente lástima de sí mismo.
"Al final del día, mi historia es una historia feliz. Fui al colegio, tengo un empleo, me casé, tuve hijos", asegura.
"Hay gente que no puede decir lo mismo".
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